Alejandro Gutiérrez Gutiérrez
Secretario Adjunto a la Presidencia
El 2016 se presenta como un difícil reto para las economías mundiales. El panorama generalizado está definido por una caída en las materias primas, entre ellos el precio internacional del petróleo, un bajo crecimiento en las economías emergentes y en las desarrolladas, principalmente en la economía China, en Europa conflictos geopolíticos y el fortalecimiento del dólar en el sistema monetario internacional, todos ellos factores que dan como resultado una extrema volatilidad de los mercados financieros internacionales. El entorno mundial es adverso, economías industrializadas y emergentes se han desestabilizado. Empero México cuenta con solidez macroeconómica y con reformas estructurales para reafirmar y fortalecer su estabilidad con crecimiento.
En tanto economías mundiales de tradicional consistencia se encuentran sumidas en un letargo en su crecimiento como Europa y Japón, nuestra plataforma macroeconómica es vigorosa. También vivimos apenas en los dos gobiernos anteriores, tiempos en que el valor del precio del barril del petróleo era superior a los 100 dólares y existía una bonanza en los países denominados BRICS, pero la economía nacional simplemente no avanzaba con niveles cercanos al 2%.
México hoy cuenta con un profundo sentido de responsabilidad. Hoy los precios del petróleo a nivel mundial han caído significativamente (cercano a los 20 dólares por barril) y, a pesar de esto, nuestro crecimiento económico ha sido firme y constante, con proyecciones para el 2016 de hasta el 2.8%, y eso es alentador. Esto se debe a las medidas que ha tenido la actual administración para preparar a México ante cualquier adversidad financiera. México ha logrado manejar con prudencia y eficiencia las finanzas públicas y aún en condiciones complejas ha logrado mantener la promoción del crecimiento y desarrollo económico.
Estos logros no son casuales. Obedecen a una adecuada planeación del gasto público. Son fruto las reformas estructurales que impulsamos y que juntos construimos. La clave ha sido jerarquizar como prioridad esencial a los igualadores sociales por excelencia: el empleo y la educación.
Reformas estructurales como la política, la financiera, la educativa, la energética, laboral, la de competencia, entre otras, han sido determinantes en diferenciarnos en el contexto internacional.
Esto ha hecho posible que, afrontando vientos de adversidad, México siga su ruta. El Presupuesto de Egresos para 2016 es un claro ejemplo. El Gobierno Federal ha modificado un esquema que no era suficiente para catalizar el resultado esperado de su ejercicio. El prepuesto base cero, aplicado ahora, es fiel reflejo de un gobierno que se moderniza. Significa reconocer deficiencias en la asignación eficaz de programas y proyectos. El reto actual reclama una respuesta anticipada. Este es un presupuesto responsable. El PEF responde a las necesidades actuales, sin descuido de las prioridades sociales y de la firmeza macroeconómica.
México cuenta hoy con un presupuesto que entrega estabilidad ante la volatilidad, una planificación del gasto que busca la sustentabilidad y la solidez de nuestra economía. Este presupuesto de egresos aunado a las Reformas Estructurales es el Norte seguro que orienta el rumbo de la Nación en su conjunto. Un gasto público eficiente, que no dé lugar al desorden, es un complemento necesario para la gobernabilidad.
En el presente año, los rubros para desarrollo social, educación, salud, comunicaciones y transportes representan alrededor del 60% del gasto programable. Ello pone de manifiesto el enorme compromiso social con los grupos menos favorecidos.
La historia ha demostrado que la fase más difícil y crucial de todo presupuesto es su ejecución. El ejercicio del gasto público demanda eficacia. Esta no es responsabilidad exclusiva de la Federación. Concierne también a los gobiernos estatales y municipales transformar en realidad objetiva, en la vida cotidiana, un gasto responsable que aminore la marginación, la pobreza y la desigualdad. Las herramientas son la transparencia, la racionalidad y la profunda vocación para elevar las condiciones de los más desprotegidos. Es obligatorio promover que se politice menos y se tecnifique más el gasto público. De esta manera podremos contar con un presupuesto que a todos beneficie y a todos alcance regido por los principios de equidad y justicia en búsqueda del equilibrio social.
El gasto público compromete también a la sociedad en su conjunto. Esta es quien hace posible, mediante su contribución a la recaudación, el financiamiento del gasto. Por ello es potestad de la sociedad misma, el demandar la transparencia y el óptimo ejercicio del gasto público. Una sociedad participativa y responsable puede gozar de los frutos de la ejecución del presupuesto en su favor. Para la sociedad es más productivo un gasto eficiente, que un mayor gasto.
La aplicación del gasto público debe de ser un instrumento eficaz para eliminar la marginación, un arma contra la pobreza y la desigualdad, un motor de la educación, generador de empleos y un aliado de la sociedad. Tal es la meta crucial de elaborar un ejercicio con precisión del Presupuesto Federal - por sus ejecutores y beneficiarios – El objetivo es claro, se trata de construir un presupuesto más eficiente y capaz de hacer más con menos.